Evangelio del Silencio Roto: El Silencio que se abre (parte 6 de 9)

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La arena calla.

Pero ya no es un silencio que aprieta.

Es un silencio que abre.
Como una herida limpia.
Como un cuerpo que deja de resistirse.
Como un pecho que se entrega entero, por fin, al aire.

En el centro del Coliseo, Níker permanece de pie.
Inmóvil. Soberano.

Lian se ha alzado.
 Y lo ha hecho no con orgullo, sino con amor.
Con barro en las rodillas. Con voz temblorosa. Con verdad.

Y Noam, desde lo alto, lo observa.

Pero ahora ya no está separado de él.
Lo ve… y se ve.
Lo siente… y se completa.

Hay un instante suspendido, como si la gravedad hubiera olvidado actuar.
Y es entonces cuando ocurre lo sutil, lo definitivo:

Noam baja los escalones.
Sin apuro.
Sin miedo.
Cada paso borra una parte del muro que los separaba.

Noam no desciende hacia Níker.
Desciende hacia Lian.

Pero Lian ya no está allí como un otro.
Está allí como él.

Frente a frente.

Y ahora…
Uno extiende la mano.
El otro no la toma.

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Evangelio del Silencio Roto: Naiô Y Adrià (parte 5 de 9)

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APARTADO 4.1: EL PLANO SUPERIOR

Mientras la arena contenía su respiración,

y Noam se deshacía en su mirada hacia Níker,

dos figuras más contemplaban, desde lugares distintos,

la escena que estaba transformando el aire.

 

Una estaba arriba.

Casi fuera del tiempo.

Suspendido en un plano donde no existe la gravedad de los cuerpos.

 

Y otra estaba abajo.

Entre la gente.

En el mundo.

Con los pies manchados de polvo y los brazos cruzados sobre una historia que no se nombra.

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Evangelio del Silencio Roto: Noam (parte 4 de 9)

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El sol comienza a inclinarse sobre el Coliseo.

No es un sol real, sino uno suspendido, simbólico, como una lámpara ancestral que tiñe de oro las paredes y los cuerpos.

 

Y bajo esa luz, Noam reaparece.

 

Está allí.

En pie.

Como si nunca hubiese estado sentado.

Como si siempre hubiera pertenecido al momento exacto en que el deseo se hace herida.

 

Su cuerpo parece tallado en una promesa incumplida.

Tiene los hombros tensos, como si cargara no solo su nombre, sino todos los que ha tenido que dejar atrás.

Sus brazos —largos, definidos, salpicados de lunares pequeños— respiran bajo la piel un temblor que no se ve, pero que vibra.

Las venas dibujan un mapa de esfuerzo y castigo.

Se enroscan en espiral sobre sus bíceps y antebrazos, como si quisieran escapar, como si fuesen serpientes que conocen demasiado bien el veneno.

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Evangelio del Silencio Roto: El vínculo. (parte 3 de 9)

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El Coliseo ha dejado de rugir.

Porque el rugido ya no viene del público.

Viene de dentro.

De las vísceras.

De los ojos.

De la tensión entre dos cuerpos que ya no necesitan palabras.

 

Níker da un paso.

 

Y algo cruje en el aire.

 

Es un paso lento, medido.

El polvo se levanta apenas.

Pero el eco es profundo, como si la piedra misma lo reconociera.

Como si el Coliseo supiera que ese paso no es solo movimiento.

Es decisión.

Es un pacto que se reactiva.

Es la continuación de una ceremonia que comenzó mucho antes de este día.

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Evangelio del Silencio Roto: La Llama en el Centro (parte 2 de 9)

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Sección 1: El Umbral

El Coliseo tiembla.

No por un rugido.

No por una multitud.

Tiembla por un hombre.

Uno solo.

Que decide cruzar el umbral.

Y entregarse.

No a un verdugo.

Sino a su destino.

Hay un momento exacto en que el silencio se vuelve respiración.

Ese momento ha llegado.

El espacio es sagrado.

No es una simple arena: es una cúpula ancestral tallada en piedra viva, abierta en su cima, donde el cielo observa sin intervenir.

El Coliseo es circular, pero el círculo no es perfecto.

Hay grietas en los muros, bloques de mármol que han sido tallados, rotos, reparados.

Las gradas se elevan como olas detenidas.

Los primeros asientos, tallados en piedra, están cerca del polvo.

Más arriba, columnas entre sombras.

Y en lo más alto, una galería abierta donde solo se sientan los que ven más allá.

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El autoengaño

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Es tan fácil acostumbrarse a la mentira como a la droga. Con todo, tiene su función. Quizás entonces no me sintiera preparado para afrontar los hechos. Lo malo es que, una vez reconoces lo que hay no puedes volver atrás, no puedes ignorarlo otra vez. 

Muchas veces me negaba a reconocer una situación porque eso implicaba hacer algo respecto a esa realidad, enfrentarme a ella, tomar decisiones, algunas muy duras. Aunque la zona de confort sea una mierda, casi se prefiere a lo desconocido. Continuar leyendo «El autoengaño»

Juntos podremos salir de esto!!

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Ha habido muchos momentos en los que me he preguntado qué sentido tiene mi vida, instantes en los que me he llegado a plantear el para qué de ciertas experiencias desagradables y casi siempre lo primero que llega a mi mente es un «basta ya, no puedo mas, quítate de en medio y asunto arreglado«. Afortunadamente para mí, que soy el primero en mi vida, en esos instantes he podido escuchar mi voz interior, esa que me recuerda que he venido a esta encarnación con un propósito y que debo traspasar mis propios demonios si quiero llevarlo a cabo. Continuar leyendo «Juntos podremos salir de esto!!»

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