¿Es este el sitio?

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Por una vez voy a escribir una entrada y no una respuesta mastodóntica a algunas de las entradas de los blogueros. Conocéis algunos detalles de mi. Estuve en consumo activo de hems durante dos años. Frecuenté sesiones y aprendí algunos gajes del oficio de la pareja que tenía entonces., que llevaba cinco años de consumo. Tras casi dos años de relación rompí con él tras dos brotes paranoides que le dieron. Me llevé una buena decepción,  así que abandoné el tema drogas de raíz, ya que las eché la culpa de todo (pero habría que mirar cómo me planteé la relación, cuidado) En realidad, un drogadicto está casado con su droga, y no la piensa abandonar, aunque no lo reconozca.

El amor puede ser poderoso pero no es tan poderoso como para vencer la enfermedad. Viví lo que los especialistas llaman «la luna de miel» de la drogadicción, pero no pasé a las siguientes fases. El apartarme a tiempo fue providencial. Ah, sí, luego vino la pandemia y el mundo se volvió más loco si cabe. He oído historias de chills virtuales, de gente que se drogaba o que se reunía en confinamiento como única alternativa. Y claro, las consecuencias son las que son.

Vivo en una capital de provincias y me asombro del desarrollo que ha cobrado el Chen en estos años. ¿Sabéis eso de que los más intolerantes con el tabaco son los exfumadores? Con el chemsex pasa igual. La verdad es que como buen hijo de adicto (al alcohol) desarrollé una ambivalencia increíble: odia el pecado, pero ama al pecador. Por supuesto que echo de menos a mi expareja, teníamos planes de futuro pero que no podían mantenerse por la droga. Sí no puedes ahorrar ni para un alquiler, si te echan de un trabajo cada seis meses, si sólo puedes rendir al 100% dos o tres días de cada siete…, ¿Qué estabilidad puedes dar a una relación? Y el autosabotaje también hace de las suyas. Debo recordarlo, siempre debo acordarme de los dos platillos de la balanza, porque es muy fácil olvidarlo con la nostalgia.

Leo a algunos en otros foros criticar a los adictos al Chem y me enfurezco. Está el tema estigma, está también que las cosas no son tan simples como para reducir al adicto a una parodia humana desdentada y con aliento a ketamina (tal cual lo leí). Está que yo he consumido y no soy tan distinto a ellos ¿? O el resto que se creen inmaculados no son tan diferentes a mí o a los demás a los que critican. He tenido amigos y amores en ese trance, no sería capaz de ir contra ellos. Pero a la vez, el acercarme, aunque sea tangencialmente a las drogas me produce una repulsión bestial, me pongo histérico, loca del coño es poco. A veces sentir cosas tan contradictorias y tan intensitas me hace dudar mucho de mi salud mental. Uno de mis últimos errores lo conocéis por lo que he escrito estos meses. Y es curioso, todavía no logro desprenderme de esa historia. Mira que ha llovido (amantes, sexo, aventuras, alegrías y penas…).

Muchos amantes me han dicho que todavía estoy resentido por la relación antigua y que por eso sobrerreacciono ante algo que podría responder de otra manera más sana. Me lo han dicho varios: resentimiento. Y puede que tengan razón. Hace unos meses empecé a colaborar en un grupo LGTBI+ local. Allí me siento cómodo para hablar con naturalidad de algunas de estas cosas (no de todas). Me gusta creer que por poquito que haga allí sirve de algo. Ojalá que así sea. A mí me sirve de mucho. Hace unas semanas, hablaba con un compañero acerca del tema de «las luchas» en las que nos centramos dentro del colectivo. Le comentaba que acabamos eligiendo aquellas que nos afectaban personalmente (el tema trans, las terapias, la violencia intragénero…) y le hablé acerca de unos grupos de apoyo mutuo que existen para Chem en Valencia, porque alguno de los del grupo captó mi inquietud por redes sociales y me propuso colaborar.

El colega con quien hablaba, ni corto ni perezoso me soltó que quizás debería centrarme en el tema chemsex y servir para informar dentro del grupo junto al servicio de salud, ya que él veía que el tema me tiraba personalmente. La verdad es que me estaba poniendo un espejo delante de mis morros. ¿Aceptaría yo el envite? Hace unos días acudo a los servicios municipales donde se van a formar unos grupos de apoyo mutuo en chem y con  la ignorancia (y temeridad) propias le canté al trabajador social una versión redux de todo esto (creedme, motivado puedo sintetizar por un tubo) Realmente quería saber si era ése el «sitio» al que acudir. Ya no tengo consumo activo, arrastro unas cuantas secuelas (en las relaciones, en el sexo…) pero no estoy «striving for sobriety». Para mi sorpresa me dijeron que sí (uno de los síes más inesperados de mi vida). Me contaron que tenían varios grupos, uno para aquellas personas que querían desengancharse del todo, otro para los que querían reducir su consumo y otro que trataba patrones relacionales de la masculinidad (las relaciones homo, la masculinidad tóxica…) y que posiblemente encajaría en este último grupo. Así que dejé mis datos y cruzo los dedos para que esto siga su curso, sea el que tenga que ser. Por último (¡síii, esto se acaba por fin!!!) quiero dar ánimos a aquellos que estas fiestas no lo estáis pasando nada bien, que estáis presionados por el estrés, la familia o el ambiente que no hace más que ponerse tibio en plena calle en mitad del día.  Este mal rato pasará, ánimo, podéis con ello.

 

Escrito por J

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