3 pajarracas y un fondo

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De: Maruja «la Mutante»

Para: Carlos el cabrón

Intento #1

No logro recordar otro momento de mi vida donde haya experimentado la necesidad de escribir acerca de mis sentimientos. Lo cierto es que tampoco lo había pensado.

Mi interés en compartir esta historia es meramente egoísta, pues al hacerlo, estoy intentando terminar un duelo o superar algún trauma.

Aviso: este texto está lleno de amor, odio y estigmas.

Hace unos tres años, aproximadamente, viví un episodio muy doloroso con mi pareja de entonces. Este episodio, o demonio, como le suelo llamar, es el que después de tanto tiempo sale a pasear sin preguntar.

Carlos (mi ex)  y yo vivíamos juntos en un piso amplio en el barrio del Eixample de Barcelona. Llevábamos unos meses muy duros por trabajo, familia y “fiestas varias”. Estábamos agotados, pero como en toda negación, lo importante en ese momento era no apagar la rueda y seguir con la vida, pretendiendo que no pasaba nada en nuestra relación. Y así era. Un soleado sábado de julio decidí ir a mi despacho a trabajar, como era lo habitual. Estando en mi despacho, me dí cuenta que en casa me había dejado unos papeles, así que tuve que planear mi vuelta a casa para poco antes de las 15:00h. Aun no puedo creer que recuerde la hora. Necesitaba volver a casa y recoger lo que me había dejado para así poder terminar un proyecto que debía entregar.

Llegando a casa, poco antes de lo previsto, llamé a Carlos para ver si quería que coincidiéramos. Pero nunca tuve respuesta. pensé que se había ido a la playa.

Cuando entré por la puerta, noté que encima del mesón de la cocina había una bolsa con bebidas, y escuchaba una tele con música, pero no di importancia, en ese momento necesitaba entrar al lavabo que había justo al lado de la entrada. Escuché que el interfono sonó, y al segundo beep, Carlos salía de la habitación y abría la puerta de casa, recibía a alguien, era evidente. Yo estaba dentro del lavabo aguantando la respiración e intentando escuchar que pasaba.

Intento #2

He tardado casi 15 días en volver a sentarme a escribir, es un total de 30 días para 2 hojas. Es evidente que me cuesta y por supuesto, lo hago después de haberme pegado una pedazo de fiesta de 3 días.

Aún no se ni por qué terminé en un chill con otros 4 tíos. Al igual que en muchas ocasiones la culpa es del alcohol o en el mejor de los casos de la educación recibida por la militar que tenía por madre…

En todo caso, la idea es no aceptar y negar lo que me pasaba.

Bueno no voy a escribir acerca del chill en el que estuve. No reniego de ello, pero en este momento de mi vida “me aburren colosalmente”.

Hoy haré el intento de escribir una vez más acerca de mi “ex”.  Uhhhhhhh… Otra cosa que también me aburre (hablar o escribir sobre él), pero tan necesario para hacer el duelo de una santa/puta vez..

Continúo pues con la historia, sin más preámbulos.

Alguien saludó, entró y Carlos lo recibió. En ese momento me dí cuenta de que algo raro había. Mi novio se había montado una fiestecita de tarde sin avisar. Algo casual en un sábado cualquiera (#ironía).

El mundo se hundió en ese momento, no daba crédito y llegué a pensar que era mentira, que me lo estaba inventando (#negaciónX3). La puta sensación de vacío en la boca del estómago me golpeó sin tregua. Llamé a la puerta de la habitación, abrí y ZAS!, ahí estaba mi “novio” con 3 pajarracas twinks.

Primero, la educación. Así que sonrío y saludo con cara de zorra implacable. Y obviamente me retiro. Carlos, con la cara desencajada, o por lo que se había metido o por la impresión de verme en ese momento, salta a vestirse y me sigue hasta el ascensor diciendo repetidamente “lo siento, lo siento, lo siento”.

Yo, como tantas veces en mi vida, no podía modular palabra y solo sentía que el vacío en mi estómago se hacía más grande y el dolor más agudo, una sensación punzante que no me dejaba respirar. Estuve trabajando en mi despacho sin parar durante el resto del sábado y todo el domingo siguiente, aguantando el nudo en la garganta, impidiendo que cayeran las lágrimas y ordenándole a mi cuerpo que siguiera en modo avión.

Domingo a las 22:00h, ya no sabía dónde más ir, o a quién llamar, por que hasta ahora no había llamado a nadie, enmudecí por más de 24h y me negaba a afrontar la situación.

Pero me venció el cansancio. Emprendí camino a casa, sólo deseaba no encontrarme a Carlos.

Cuando llegué a casa noté que había alguien en la cocina, así que en mi fiel propósito por esquivar la situación pasé camino a la habitación sin que se me viera. Es gracioso recordar que, en ese momento, sólo pensaba en meterme en la cama a descansar (con sábanas limpias). Era inevitable cruzarme con Carlos, estábamos a 4 metros y de repente escuche un estruendo, corrí a ver qué pasaba.

Cuando entré en la cocina, todas las puertas de los armarios abiertas, cantidad de cosas tiradas por el suelo, la nevera abierta y en la mitad del suelo estaba tirado Carlos, sin moverse. Nunca había vivido tanto pánico, miedo y dolor en tan pocos segundos. Me tiré sobre él a zarandearle para que reaccionara, le grité hasta quedarme mudo, sentí que me volvía loco y ese puto vacío en la boca del estómago se unió con el nudo en la garganta, me apretaba tanto y tan fuerte que me ahogaba, hasta que finalmente pude llorar. Yo no paraba de gritarle a Carlos, a ver si reaccionaba, pero después de unos casi 30 segundos Carlos volvió en sí y soltó un ronquido.

El cabrón no estaba inconsciente y mucho menos muerto. Se había quedado dormido o doblado del cansancio por la fiesta que se había metido durante dos días.

No recuerdo qué ocurrió después de esto, es como si hubiera vivido un black out  por completo (#negación #negación #negación).

Tres años después me sigo preguntando ¿Valió la pena todo el amor, la lujuria y la rebeldía puesta en una relación, que terminó por la falta de límites? ¿Estoy totalmente jodido en el amor? después de haber vivido esta relación llena de chills, chems y sexo ¿se puede recuperar tu vida?

Yo sigo intentándolo.

Lo que más me duele de todo esto es que se haya quedado con Conchi, la mascota terapéutica que compramos para que dejara de consumir.

 

Testimonio Maruja Mutante Chill

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2 respuestas a «3 pajarracas y un fondo»

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