Mi experiencia con las drogas es algo que siempre me ha gustado y he fumado porros pero no fue hasta la pandemia que descubrí los chills y la mefe y el chorri. Pase la cuarentena con mi hermano y su novia y eso derivó a que eventualmente me escapase para pasar noches con chicos bebiendo y colocándonos entre nosotros.Continuar leyendo «El cohete de mi vida»
Estoy borracho. Es así y prefiero dejarlo claro antes de que alguien se moleste en leer estas líneas. Borracho a la vez que infeliz, frustrado y enjaulado. Me ha apetecido escribir así, sin ton ni son porque creo que este es el momento en que, pese a mi ligera incapacidad etílica, puedo expresar mejor lo que tengo en mente. Constantemente. Día tras día. Y que cristaliza en momentos como este, los más atómicos.
Esto es un luto, una renuncia, un duelo, un quéseyó donde se mezcla dolor, tristeza y nostalgia.
Desde que decidí abandonar el chemsex (decidir? tener que?), mi vida ha sido un freno constante. Mi vida social ha quedado descabezada, entrecortada, sujeta a esos momentos de abismo en los que tienes que, pese a que se te lleven los demonios, volver a casa forzadamente.
Hoy salí a tomar algo. Después cenar. Después algunas copas más. Y mis amigos han decidido ir a un club de sexo. Para mi ha sido el fin de la noche. Nox interruptus, o como se llame. Es la señal que yo me tengo que retirar, mal me pese. Llevo ya dos años así, y nunca se acaba. Nunca veo el momento de decir “esta vez sí, esta vez podrás controlarte”. Nunca pasó y sé que nunca pasará.
Y con esto me doy cuenta de que parte de mi vida se fue por la borda cuando tomé esa decisión (de la que no me arrepiento), para salvarme. Ya nada volverá a ser lo mismo. Ya no podré explorar esos recobecos de mi sexualidad ni sumergirme en nuevos placeres, porque siempre los vincularé a las drogas, y estas serán un fantasma que acechará en las sombras de cualquier cuarto oscuro, cualquier portal o baño de discoteca.
Tengo que acostumbrarme a ello pero no pasa nunca. Pisar una sauna? Ya nunca jamás. Pero lo deseo. Deseo eso que tanto me jodió y deseo no tener ese deseo. O volverlo a descubrir otra vez de cero, aunque me diera problemas, pero desde la tabula rasa de la no-dependencia, ni física ni psicológica, a la tina, a la mefedrona al slam al globo a la sensación de que todo va bien aunque no vaya bien.
Pero pasó. Y con esta cruz tendré que vivir. Con el freno de mano agarrado cada vez que la situación vaya cuesta arriba. Con la auto-represión como bandera. Y con todo esto me pregunto: qué ha sido más dañino para mi, el descontrol con las drogas o la huella indeleble que han dejado en mi cabeza para siempre más pese a no tomarlas?
Hoy, camino a la frutería, me he encontrado con esta pintada. No me supone ningún trastorno, ni trigger, ni nada, pero sí me ha sorprendido encontrar una pintada así en mi barrio, en mi calle. Y me hace pensar en cómo se debe haber extendido la tina en la ciudad, en nuestras vidas. Sobre todo en el colectivo gay. Está claro que también hay heteros que la consumen, pero en el mundo gay del chemsex es la reina en todos los saraos. Bueno, en los míos no. Yo decidí dejarla hace 6 meses.Continuar leyendo «1 piña = 1 euro!»
Acabo de perder a un cliente. Soy chapero, puto. Así, con todas las letras.
No es algo a tiempo completo, si no algo que complementa mi mísero sueldo de currante en un supermercado y con lo que me permito hacer algunos extras… y si, lo acabo de perder. Continuar leyendo «Chemsex de pago»
Así, a pelo, en medio del Raval clavao. Primero me hizo pensar que quien lo hubiera hecho lo pintarrajearía para concienciarte. Pobre yonki qué pena. Me quieren salvar. Continuar leyendo «Por qué te pinchas?»
Cuando vas a hacerte unas analíticas en el Clínic y te pinchan peor que otras personas haciéndote un slam… ? Esto es lo primero que se me pasó por la cabeza al verme esto.
Sé que nunca fui muy importante para ti. Todas las veces que nos veíamos sabía que desaparecía de tu cabeza en cuanto salía por la puerta. Aún así no me avergüenza admitir que tú sí que dejaste una huella indeleble en mi memoria. Un pinchazo y un moratón. En mi memoria, en mi trayectoria vital, en mi manera de gestionar el afecto hacia los demás. Continuar leyendo «Carta al aire»
Tenía yo 17 años de la primera vez que había consumido drogas en una sesión de sexo. Fue de casualidad. Yo, de vez en cuando, pues iba quedando con gente por apps móvil, etc.
Hace 2 semanas encontré a un chico guapo en cierto lugar. Platicamos y me dijo: Te gustan las chems? y yo le dije sí. Me invitó a su casa, y yo encantado, porque es un chico muy simpático, atractivo, pero sobre todo se portó conmigo muy bien.
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