Ha habido muchos momentos en los que me he preguntado qué sentido tiene mi vida, instantes en los que me he llegado a plantear el para qué de ciertas experiencias desagradables y casi siempre lo primero que llega a mi mente es un «basta ya, no puedo mas, quítate de en medio y asunto arreglado«. Afortunadamente para mí, que soy el primero en mi vida, en esos instantes he podido escuchar mi voz interior, esa que me recuerda que he venido a esta encarnación con un propósito y que debo traspasar mis propios demonios si quiero llevarlo a cabo.
Tengo 48 años de edad y hace unos 15 años me atreví a probar por primera vez una droga (poppers) y de ahí poco a poco me fui metiendo cada vez más en ese túnel sin retorno, utilizando una y otra y otra y otra droga; túnel oscuro y solitario en el que se quedó un chico que conocí y con el que compartí en su casa muchos días de desenfreno y de irresponsabilidad. Recuerdo que él estuvo a mi lado en dos ocasiones en los que creí que me moría, no se exactamente si fue por la combinación de diversas drogas que dicen que nunca se deben mezclar, o por llegar casi a una sobredosis.
La última droga que probé fue la metanfetamina (conocida como Tina) y podría decir que es la que más se debe evitar usar, porque se convierte en el gran obstáculo que está detrás de la puerta, impidiendo que esta sea abierta, ya que me apaga el deseo de querer ver esa puerta, es como si la Tina le bajara a cero el volumen de la voz de mi corazón. Hoy puedo ver que con la Tina se entra en un bucle del cual no se desea salir, es que sólo se desea seguir ahí mismo teniendo sexo e ingiriendo más droga, que entre otras cosas me elimina el deseo de comer y de beber líquidos, lo que lógicamente lleva
a la deshidratación y pérdida de peso corporal.
A lo largo de mis experiencias con el chemsex pude vivir alucinaciones, oír sonidos aún cuando todo estaba en silencio, ver cosas que no existían, imaginarme cosas sin sentido, permanecer tres días seguidos sin dormir por estar toda la noche de «fiesta» y cuando amanecía irme directo al trabajo, y al anochecer nuevamente a seguir la «fiesta», dormir luego dos o tres noches y al siguiente día volver a quedar con alguien para empezar otros tres días haciendo lo mismo, así durante más de dos meses que me llevaron a pasar de 70 kilos a 62 kilos de peso, que para un hombre de 1,75 metros de altura es quedarse prácticamente en los huesos. El espejo no mentía, yo parecía un
muerto medio viviente.
Llevo más de 4 años asistiendo ocasionalmente a una escuela de psicología
transpersonal para cambiar mi forma de vida, ya que se que otra manera de vivir es posible y se que lo lograré, así que invito a quien pueda estar viviendo ahora mismo este caos del chemsex y que esté harto de esto, que busque ayuda, que se puede, lo más importante es que realmente quieras salir de esto.
Ser homosexual no es una vergüenza para nadie, todos somos iguales. Ser homosexual simplemente es ser homosexual, un hombre que siente atracción por otro hombre. No tenemos que justificar a nadie nuestra condición sexual, tal como hacen los heterosexuales que nunca se justifican por su gusto sexual. Muchas veces somos nosotros mismos, los gays, que de manera inconsciente, con nuestros pensamientos y/o comportamientos creamos situaciones de rechazo por parte de otros, porque nos va bien así para terminar sumergiéndonos en terrenos pantanosos que no nos llevarán por
buen camino.
Soy responsable de mi vida, se que no es fácil el camino, pero si escucho a mi corazón estaré tranquilo y en paz conmigo mismo, la vida es maravillosa y merece la pena vivirla.
Julio César
Me encanta leerte.
Yo también estoy en recuperación y agradezco tu testimonio
La VERGUENZA , un temazo en mi vida
Sigo adelante trabajándome y leer experiencias como la tuya me refuerzan
Me encantaría poder hablar contigo